La mafia interna de Pemex: la red de corrupción mejor estructurada del Estado mexicano.
Sí, mientras el gobierno presume, una y otra vez, que Pemex “va muy bien”, dentro de la empresa más emblemática del país opera algo mucho más parecido a un cártel que a una institución productiva del Estado. No es exageración: se trata de una estructura jerárquica, disciplinada y perfectamente aceitada para drenar miles de millones de pesos. Una maquinaria que no distingue sexenios, auditorías ni promesas de cambio. Sobrevive a todo, porque quienes deben frenarla… la protegen.
De acuerdo con documentos internos, testimonios y contratos revisados, esta red funciona como una organización criminal de cuello guinda: tiene líderes, operadores, empresas fachada, zonas de control, mecanismos de extorsión, castigos internos y hasta rutas para mover efectivo dentro y fuera de la petrolera. No es un accidente, es un sistema institucionalizado.
Todo comenzó cuando Miguel Ángel Lozada –sí, el mismo involucrado en La Estafa Maestra– y su asistente David Chávez diseñaron el modelo perfecto para controlar Pemex Exploración y Producción (PEP). Ellos decidían quién contrataba, quién aprobaba, quién ejecutaba, quién certificaba consumos, quién liberaba pagos y, por supuesto, quién era castigado si no se alineaba.
Quien no obedecía, no duraba.
Aunque Lozada salió formalmente de Pemex tras los escándalos, su estructura se quedó. Y uno de sus mejores herederos –y brazo ejecutor– fue Ángel Cid Munguía, hoy director de PEP.
Cuando Cid llegó a PEP, lejos de desmantelar la red, la fortaleció. Las posiciones clave fueron ocupadas por funcionarios leales al viejo esquema: Carlos Francisco Rangel, Héctor Osorio, Renato Gamiño, Wendy Borrell, Humberto Curmina, Sergio Luna Ble, Carlos A. Ramírez y Hugo Lema, entre otros.
Entre todos controlan qué se perfora, con qué materiales, a quién se contrata y cuánto se paga. Es decir, controlan el negocio.
La operación es simple: cada funcionario clave cobra un porcentaje de cada factura.
Primero fue 20%, pero la integración de más áreas elevó la tajada hasta 40%. ¿Cómo se financia semejante mordida?
Y cuando un proveedor se rebela, la red tiene un método preferido: castigarlo hasta obligarlo a pagar o desaparecerlo definitivamente del mapa.
El campo Ixachi, anunciado como joya de la corona, terminó convertido en monumento a la incompetencia… o a la corrupción, para ser precisos.
Ahí se acumulan:
Cada estudio costó entre 80 mil y 100 mil dólares. ¿La conclusión constante? “La culpa es de la geología”. Claro.
Suministros y Mantenimiento Integral (Summisa) pasó de ser una empresa discreta a convertirse en la gran proveedora de refacciones y equipos estratégicos. Contratos multimillonarios y un patrón repetido:
Todo con la venia de Rangel, Gamiño, Osorio y compañía.
Cuando un contrato clave cayó, la red se movió rápido: Freire Díaz Reyes (GSM) reclutó a Carlos Álvarez Gelis (Interdrill) como prestanombre para operar el negocio de tubería.
El resultado: una deuda de 28 mdd, sin soporte documental ni auditorías. Interdrill no tenía infraestructura, sólo puso el nombre y el riesgo.
Sí, leyó bien: funcionarios activos montaron su propio taller privado cerca de El Castaño para almacenar y rentarle tubería… a Pemex. Lo operan Sergio Luna Ble y Carlos A. Ramírez.
La materia prima proviene de:
Así, Pemex paga por perder su tubería, por romperla y por volver a rentarla. Negocio redondo.
Otro eslabón del saqueo: declarar tubería como quebrada.
Canamex cobra 4 mil dólares por cada quiebre. El trabajador –el que realmente hace el esfuerzo– recibe 125.
Pueden reportarse hasta 120 quiebres diarios. Y después, mágicamente, la tubería vuelve a aparecer en el taller clandestino.
La empresa paga un millón de pesos mensuales en efectivo a Luna Ble y Ramírez por el privilegio de participar en el esquema.
En otro mecanismo criminal, la red sustituye barita –material clave para la seguridad operativa– por celestita, que cuesta cinco veces menos.
La factura, por supuesto, se cobra como si fuera barita. El daño:
La evidencia técnica apunta a los mismos operadores: Rangel, Gamiño, Ramírez, Lema y Luna Ble.
Hay expedientes en Estados Unidos que ya documentan triangulaciones, lavado de dinero, empresas fachada y operaciones de huachicol (contrabando) fiscal vinculadas a funcionarios actuales y anteriores. El caso podría escalar a cooperación internacional.
La narrativa oficial insiste en culpar a la geología, a la falta de inversión, a los mercados. Pero la verdad es otra: Pemex no está en crisis por causas técnicas. Está en crisis porque la están saqueando desde dentro. No es sólo corrupción: es una mafia con estructura, jerarquía, disciplina y objetivos financieros claros. ¡Así como lo están leyendo!
La pregunta ya no es cómo opera la red. Eso está claro. La pregunta es quién va a desmantelarla… y cuándo.


