La seguridad social solo se preserva cuando la técnica prevalece sobre la complacencia.La seguridad social solo se preserva cuando la técnica prevalece sobre la complacencia.

La 116ª Asamblea del IMSS: Cuando el sector obrero pone el dedo en la llaga

“Colaborar no es financiar”, el IMSS no puede absorber responsabilidades fiscales sin recursos etiquetados.

La 116ª Asamblea General Ordinaria del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), celebrada la semana pasada en Puebla bajo el marco de la inauguración del Hospital San Alejandro, parecía destinada a cumplir el protocolo de “misión cumplida” y la retórica de cifras optimistas, sin embargo, surgió una voz disonante. No provino de la oposición política, sino de las entrañas mismas del tripartismo institucional: la del sector obrero.

José Luis Carazo Preciado, la histórica voz de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y representante del sector obrero ante el Consejo Técnico del IMSS, pronunció un discurso pulcro, técnico y crítico en materia de seguridad social. Lejos de los halagos de rutina, su intervención funcionó como una auditoría pública en tiempo real que desnudó la peligrosa dicotomía entre el discurso administrativo de escritorio y la realidad operativa de sala de espera.

Colaborar no es financiar: El blindaje de las cuotas

El punto medular de su intervención, y que debe encender alertas en el resto de los consejeros obreros y patronales, radica en la reciente incorporación del programa IMSS-Bienestar (antes Coplamar) a la estructura del Régimen Ordinario. Carazo fue contundente al señalar que, de los programas de inclusión integrados, “ninguno ha venido acompañado de una fuente de financiación suficiente y etiquetada”. Trazó así una línea roja financiera con una frase lapidaria: “El IMSS colabora; no puede financiar.”

La preocupación del sector obrero

La Ley del Seguro Social establece con claridad que los servicios de solidaridad social deben ser financiados íntegramente por la Federación. Sin embargo, absorber nuevas responsabilidades operativas sin un incremento proporcional y garantizado en el Ramo 19 del Presupuesto de Egresos abre la puerta a un riesgo evidente: que las cuotas obrero-patronales terminen subsidiando la atención de la población abierta, una obligación fiscal del Estado. La advertencia del sector obrero sobre “no poner en riesgo la atención de quienes han cotizado toda su vida” recuerda que la cobija presupuestal no alcanza para cubrir dos sistemas con el dinero de uno solo.

La ilusión de la riqueza y el abismo actuarial

Mientras la Dirección del IMSS presumió la solidez de las reservas financieras, que hoy ascienden a 620 mil millones de pesos -una cifra innegablemente histórica en términos de liquidez-, Carazo introdujo la dosis de realismo actuarial necesaria. “Los compromisos adquiridos superan la impresión de finanzas sanas”, sentenció, recordando que el punto de equilibrio real frente al Pasivo Laboral y el Régimen de Jubilaciones y Pensiones (RJP) requiere reservas superiores a los 2.3 billones de pesos.

Tener flujo de caja para operar una década no equivale a tener solvencia actuarial para afrontar el RJP. Celebrar las reservas sin mirar el pasivo contingente es una autocomplacencia peligrosa. La escena se volvió todavía más simbólica con lo que ocurría afuera de la asamblea: jubilados de la Unión Nacional de Comités IMSS (UNCIMSS) protestando por la devolución de sus ahorros de cesantía y vejez, mientras en el interior, se exaltaba la solidez financiera.

“Tiempos que duelen”: La crisis operativa

El momento más crítico del discurso (que acaparó la atención de la presidenta Claudia Sheinbaum) fue el contraste entre la estadística de productividad y la experiencia del paciente. Frente a las millones de consultas reportadas, Carazo describió una realidad que no aparece en los Power Points, o bien, en los exceles oficiales: “Día a día construimos episodios de desabasto, hospitales operando por encima de su capacidad, quirófanos saturados (…) escasez de especialistas, tiempos de espera que duelen”.

Señalar “hospitales operando por encima de su capacidad” es revelar un problema estructural: el déficit de camas censables. En 2018 había 0.68 camas por mil derechohabientes; en 2024, 0.69. Prácticamente no hubo expansión proporcional al crecimiento de la población usuaria. La inauguración de San Alejandro es una buena noticia, pero solo recupera 282 de las 415 camas que el hospital tenía antes del sismo de 2017. “El ritmo de México exige más infraestructura”, sentenció el representante obrero.

Y su frase “Quien no rehabilita, se inhabilita” sintetiza una crítica dura a la política de inversión física que privilegia obra nueva sobre la conservación de unidades y equipos médicos.

Lo expresado por el sector obrero no es una postura ideológica ni busca una disputa política. Es, por el contrario, la voz del tripartismo aportando un diagnóstico certero de lo que le “duele” al IMSS y que no debe ser ignorado. Incorporar estas alertas no le resta fuerza a la actual administración; la fortalece. Asumir la magnitud de los compromisos del Instituto y garantizar fuentes de financiamiento congruentes con su expansión operativa es indispensable para su sostenibilidad. La seguridad social solo se preserva cuando la técnica prevalece sobre la complacencia.

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