El sector agropecuario mexicano mantiene una tendencia positiva para 2026, proyectando un crecimiento moderado tanto en volumen como en valor, de acuerdo con estimaciones presentadas por especialistas del campo. Para el cierre de 2026 se anticipa una producción agroalimentaria total de 288.5 millones de toneladas, lo que representa un aumento de 2.4% respecto a 2025, mientras que el valor económico del sector podría alcanzar 1.96 billones de pesos, equivalente a un crecimiento de 2.8 % anual, destacó Juan Carlos Anaya, director general del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA).
“A pesar de la complejidad del entorno económico global y de los desafíos internos, el agro mexicano está llamado a crecer de manera sostenida en 2026, siempre y cuando se mantenga el impulso productivo y se ajusten las políticas públicas a las necesidades reales del campo”, señaló Anaya.
El avance observado en la proyección anual muestra un desempeño particularmente favorable en el sector pecuario, que sería el principal motor del crecimiento económico del agro. Para 2026 se espera una producción de 26.04 millones de toneladas en este subsector, un crecimiento de casi 1 %, pero con un aumento de 21.3 % en valor, al alcanzar 1.01 billones de pesos.
“El subsector pecuario no solo está consolidado como el más importante en términos de valor, sino que su fortaleza en el mercado interno será determinante para amortiguar los efectos de las presiones externas”; no obstante, advirtió Anaya que la contención de riesgos sanitarios, como el gusano barrenador del ganado, será fundamental para sostener este crecimiento.
En el caso de granos y oleaginosas, el GCMA proyecta un crecimiento relevante para 2026. Se estima una producción de 37.9 millones de toneladas, un aumento de casi 10 % anual, impulsado principalmente por el maíz. El valor económico de este subsector también registraría un alza de 20.4 %, hasta 278.7 mil millones de pesos.
“Los granos y oleaginosas han enfrentado un entorno de costos crecientes y presiones internacionales, pero los volúmenes previstos para 2026 muestran que el sector puede recuperar terreno si se implementan políticas de apoyo más eficaces”, señaló el directivo. Sin embargo, advirtió que el incremento en los costos de fertilizantes, energía y logística continúa siendo una carga significativa para los productores.
El sector hortofrutícola, que históricamente ha tenido un fuerte componente exportador, tendría un crecimiento moderado. Las proyecciones apuntan a una producción de 44.63 millones de toneladas para 2026, con un incremento de 1.8 %, y un valor de 569.4 mil millones de pesos, resultado de un crecimiento estimado de 7 %.
“Si bien la horticultura es una de las áreas más dinámicas del campo mexicano, la competitividad cambiaria y los costos de acceso a mercados internacionales siguen siendo retos que deben atenderse con políticas claras de largo plazo; y es necesaria una mejora en infraestructura logística y condiciones financieras podría ayudar al subsector a reforzar su posición global”, destacó.
La agroindustria, que incluye la transformación de productos agrícolas, también presentaría crecimiento en 2026. La producción se proyecta en 55.40 millones de toneladas, con un incremento de 2.3 %, y un valor económico de 116.7 mil millones de pesos, equivalente a un aumento de 3 % respecto a 2025.
“La agroindustria se beneficia de una demanda interna estable y de la diversificación de productos; sin embargo, debe sortear las mismas limitaciones de materia prima y costos que enfrentan los productores agrícolas”, explicó el director del GCMA.
Los forrajes, esenciales para la cadena pecuaria, registrarían para 2026 una producción de 125.96 millones de toneladas, un crecimiento de 2 %, y un valor de 165.4 mil millones de pesos. Su estabilidad será clave para disminuir costos en la producción de bienes pecuarios, agregó el especialista.
A pesar de las perspectivas positivas, Anaya aseguró que 2026 será un año desafiante para el sector mexicano, debido a factores estructurales y externos. Entre ellos citó la posible revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que podría tener implicaciones en las cadenas productivas altamente integradas, como granos y pecuario.
“La revisión del T-MEC y la volatilidad de los mercados internacionales generan incertidumbre entre los productores. Es vital que México fortalezca su posición negociadora y adopte medidas que protejan la competitividad de sus productos”, advirtió Anaya.
Además, resaltó que un tipo de cambio apreciado y la expectativa de precios internacionales a la baja para productos clave como maíz y trigo, podrían limitar el margen de ingresos para los agricultores mexicanos.
Finalmente, Anaya enfatizó la importancia de alinear políticas públicas con el potencial productivo del campo. “México tiene una base productiva sólida y productores de clase mundial, pero para convertir esa fortaleza en crecimiento sostenido se requiere un marco de políticas que favorezca la inversión, la innovación y el acceso a mercados”, concluyó.
