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¿Qué es el yogur? Te contamos cómo se elabora y por qué es tan especial

2025/12/13 01:44

¿Qué es exactamente el yogur? Te contamos cómo se hace uno de los alimentos más comunes en nuestra despensa. Rara vez nos detenemos a pensar de dónde salió, cómo se produce o qué lo convierte precisamente en "yogur" — más allá de ser un lácteo. 

Con su textura cremosa, su sabor ligeramente ácido y su versatilidad en desayunos, postres, aderezos o incluso marinados, el yogur acompaña nuestra vida diaria con naturalidad. 

Pero detrás de ese pequeño envase hay ciencia, historia y un proceso muy concreto que ha evolucionado durante miles de años. Comprender qué es exactamente el yogur —y cuáles son los pasos científicos que lo transforman de leche a producto fermentado— puede cambiar la forma en que lo consumes, lo eliges y hasta lo preparas en casa. 

En un mundo donde cada vez más personas buscan alimentos más naturales, artesanales o controlados, saber cómo se hace el yogur ofrece una ventaja real: puedes conocer qué es, su calidad, sus ingredientes reales y hasta cuántos tipos existen.

¿Qué es exactamente el yogur?

De acuerdo con la Universidad de Florida, el yogur es un producto lácteo fermentado, es decir, leche coagulada a través de un proceso de fermentación láctica, gracias a la acción de bacterias específicas. 

Las más utilizadas en la elaboración tradicional son Lactobacillus delbrueckii subsp. bulgaricus y Streptococcus thermophilus. Durante este proceso, las bacterias consumen la lactosa (el azúcar natural de la leche) y la transforman en ácido láctico, mediante lo que se conoce como fermentación láctica. 

El ácido láctico reduce el pH de la leche, lo que provoca que las proteínas (caseínas) se coagulen, espesando la mezcla y dándole la textura cremosa del yogur y su sabor característico ligeramente ácido. 

El resultado: un alimento semisólido, más digestible que la leche cruda, con textura, aroma y sabor únicos. Además, por su fermentación, el yogur tiene bacterias vivas (probióticos), lo que puede favorecer la salud intestinal cuando se consume adecuadamente. 

El yogur se cree que apareció hace miles de años en regiones como Asia Central o la Mesopotamia neolítica, cuando las primeras comunidades que domesticaron animales productores de leche (cabra, oveja, vaca) almacenaban la leche en recipientes improvisados y, en condiciones cálidas, la leche se fermentaba de forma natural. 

Así fue como, probablemente de forma accidental, surgió un alimento que duraba más, era más digestible y se conservaba sin necesidad de refrigeración, una ventaja gigantesca en épocas sin tecnología fría. 

Esa conservación natural transformó al yogur en un “alimento funcional” desde sus comienzos: fácil de transportar, nutritivo y duradero. Con el paso del tiempo y las migraciones, el yogur viajó por Europa, Asia y Medio Oriente, adoptando formas diversas. 

Hacia el siglo XX comenzó su producción industrial — lo que permitió su popularización masiva — pero manteniendo la esencia de su elaboración: leche + cultivos bacterianos + fermentación controlada. 

¿Cómo se produce el yogur?

  • Selección y tratamiento de la leche

Puede ser leche de vaca, cabra u otro mamífero, pero lo más común es la de vaca. Es fundamental que la leche esté limpia, libre de contaminantes y, en muchos casos, pasteurizada: un calentamiento controlado que elimina bacterias patógenas, pero preserva las propiedades nutricionales. 

Tras la pasteurización, la leche puede ser enriquecida (a veces se añade leche en polvo o cremas de leche) para regular su contenido proteico o graso, lo que influirá en la textura final. 

  • Enfriado y adición de cultivos

Una vez la leche ha sido tratada, debe enfriarse a una temperatura óptima (generalmente entre 40 y 45 °C) para poder inocular las bacterias lácticas. Si la leche está demasiado caliente, las bacterias mueren; si está muy fría, no fermentan adecuadamente. 

En este punto se añade el “starter”: una pequeña cantidad de yogur natural o cultivos secos con las cepas de Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus, las encargadas de fermentar la leche. 

Estas bacterias son las tradicionales para el yogur “clásico”, aunque muchas marcas agregan cultivos adicionales (probióticos) para funciones digestivas o de salud intestinal. 

  • Incubación y fermentación

Tras añadir el cultivo, la mezcla se mantiene a temperatura constante durante varias horas (usualmente entre 4 a 8 horas, dependiendo del tipo de yogur que se busque). Durante ese tiempo, las bacterias consumen la lactosa y producen ácido láctico. 

A medida que la acidez aumenta, las proteínas de la leche se coagulan y “cuajan”, transformando la leche líquida en una masa semisólida: es el momento en que la textura cremosa del yogur se forma. Al mismo tiempo se desarrollan compuestos que aportan sabor, aroma y cuerpo característico. 

El tiempo y la temperatura de fermentación influyen directamente en la consistencia (más líquida o más firme), la acidez y el sabor final. Por eso existen yogures suaves, firmes, griegos (más espesos), bebibles, etc. 

  • Maduración y envasado

Una vez que la fermentación alcanza el grado deseado, el yogur se enfría rápidamente para detener la actividad bacteriana y estabilizar la textura. Este enfriamiento previene que el yogur continúe fermentando y volviéndose excesivamente ácido. 

Luego se envasa: ya sea en recipientes individuales, grandes tinas, vasos, empaques sellados, según sea comercial o hecho en casa. Si se hace yogur con fruta, sabores o mezclas, a menudo se añade en esta etapa. 

En industrias modernas también se puede pasteurizar de nuevo o añadir probióticos extra antes del envasado. Por último, se almacena refrigerado para preservar la textura, la acidez adecuada y mantiene vivas (o al menos inactivas de forma segura) las bacterias beneficiosas. 

¿Cuántos tipos de yogur existen?

  • Yogur natural

Es el más simple: leche fermentada con las bacterias tradicionales, sin azúcar ni sabores añadidos. Tiene un sabor ácido, textura entre cremosa y semisólida, y el máximo valor nutricional como base neutra; ideal para cocinar, aderezar, marinar, usar en salsas o consumir solo. 

  • Yogur griego

Este tipo se obtiene al colar (desuerar) el yogur para eliminar parte del suero líquido, lo que concentra proteínas y grasa, produciendo una textura más firme, densa y rica. Este proceso puede ocurrir tras la fermentación o mediante variantes de incubación. 

El yogur griego es ideal para quienes buscan mayor saciedad, enriquecer platillos cremosos, usar como sustituto de cremas o quesos suaves, o incrementar la ingesta de proteínas.

  • Yogur bebible, saborizado y extras

Con la expansión del mercado, surgieron versiones con fruta, sabores, edulcorantes, mezclas con cereales o con cepas bacterianas extra además de las tradicionales. Esto lo convierte en un yogur más accesible al paladar, varía su sabor, y en algunos casos, potencia funciones digestivas o probióticas. 

Es importante tener en cuenta que estas versiones muchas veces añaden azúcar o aditivos, lo que puede alterar sus propiedades originales. 

¿Para qué sirve el yogur?

  1. Gracias a la fermentación, la lactosa de la leche se transforma parcialmente en ácido láctico, lo que reduce la cantidad de lactosa residual. Esto hace que muchas personas con “intolerancia a la lactosa” puedan tolerar el yogur, algo que no sucede con la leche sin fermentar. 
  2. Las bacterias vivas (probióticos) presentes en el yogur pueden contribuir a mantener un equilibrio saludable de la microbiota intestinal.
  3. El yogur conserva muchos de los beneficios nutricionales de la leche: es fuente de proteínas de alta calidad, calcio y vitaminas del complejo B, además de otros micronutrientes. 
  4. El proceso de fermentación no solo altera el sabor y la textura, sino que funciona como método natural de conservación: al acidificarse la leche, muchas bacterias patógenas no pueden sobrevivir. 

Entender qué es exactamente el yogur, cómo se elabora, qué bacterias lo componen y por qué su fermentación lo convierte en un alimento nutritivo y más digerible, nos permite apreciarlo como un alimento vivo, lleno de historia, ciencia y valor nutritivo.

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